miércoles, 6 de abril de 2011

De trasteo

Se me ocurrió decirlo: ¿Sí buenas, para cotizar un trasteo? 
Voz masculina en el auricular: Sí claro, ¿qué cosas son?

Tras un breve silencio y una fuerte meditación vi que ¡son tan pocas las cosas materiales que tengo! La más importante es el televisor de LCD que estoy pagando a cuotas, sí, a cuotas porque el sueldo no me da para comprarlo de una sola vez. ¡Qué sería de mi vida sin el televisor! Es un gran amigo, me presenta documentales, películas (piratas en su gran mayoría), series americanas (Two and half men, Bones, Lie to me, etc), y creo que lo más importante, le puedo decir que me deje dormir o que haga silencio después de 10, 20, 30, 60, 90 o 120 minutos.

Voz masculina en el auricular: Claro, eso le vale 100.000 pesos pero podemos negociar.

Un silencio y seguidamente una duda, ¿podemos negociar?, esa acción me presentó un panorama no muy confiable de la empresa de trasteos con la que me comuniqué.

Se me ocurrió decirlo: Muchas gracias, yo vuelvo a llamar.

Seguí llamando a otras empresas y en las diferentes cotizaciones encontré varios precios: 120, 110 y 80, que fue la cotización más económica pero la que más desconfianza me dio, mucho más que el 'podemos negociar'.
Definitivamente me fui por el ‘negociante’ y fue una decisión basada en el mensaje de la tarjeta que decía ‘seriedad y cumplimiento’, que no vi cuando llamé. Las demás tarjetas o páginas web no decían nada de eso. ¡Me convenció una tarjeta! ¿Y qué?, aunque ya sabía el panorama del ‘podemos negociar’.

Pasaron dos días y llamé para hacer efectivo el 'desplazamientos de corotos'.

Se me ocurrió decirlo: ¿Sí buenas? Llamé hace unos días y me cotizaron el trasteo en 100.000 pesos
Voz femenina en el auricular: Sí claro, ¿qué cosas son?

Esa pregunta me mostró un cambio en el precio anteriormente convenido con la voz masculina y efectivamente después de dar la pequeña lista de corotos, el precio se incremento en un 10%. Eso es más que el aumento del salario en este país para mis compatriotas que se ganan el miserable mínimo. Y ni modo de alegarle a una mujer, es una pelea perdida. No teniendo más opción concreté la cita para las 11:00 am.

Muy cumplido el señor del camión de trasteo, 11 en punto sonó el timbre de la casa y qué sorpresa la mía al ver el vehículo en que transportarían mis corotos. Sí, era un camión y grande.

El movimiento de cosas fue muy rápido, en 15 minutos ya tenían montadas todas mis pertenencias en el camión, contando las 9 bolsas de basura llenas de ropa, y sobraba más de la mitad del camión en espacio. Cerré puertas y un hasta luego al lugar.

El desplazamiento a mi nueva morada no fue muy largo, una media hora de trancón fue el tiempo requerido. En otros 15 minutos estaban las cosas en la nueva casa. Al terminar llegó la hora de la negociación.

Conductor de camión: Listo, son 110.000
Se me ocurrió decirlo: Claro, ¿no les interesan esas 'cáscaras' de televisores, los dos por 20.000?

Se me olvidaba, en las cosas del trasteo tenía dos televisores viejos, uno no funcionaba, bueno a medias porque solo tenía sonido. Y el otro era más pequeño y hacía muchos meses estaba recibiendo polvo debajo de un mueble. Sí, fue el desplazado por el televisor LCD.

Conductor del camión: ¿En serio, los dos por 20.000? 
Se me ocurrió decirlo: Sí, una ganga, pero son los dos o nada.

No pensaba quedarme con esos trastes viejos y sin saber qué hacer con ellos.

Conductor del camión: Oiga, (ayudante) ¿usted no estaba buscando un televisor?, el señor (yo) lo está vendiendo en 20.000. ¿Le interesa?
Ayudante: Claro, pero hay que probarlo.
Se me ocurrió decirlo: De una, conéctelo.

Efectivamente agarró el televisor pequeño, lo conectó y para fortuna mía, encendió sin problemas.

Ayudante: Está como bueno, ¿ y qué hago con el otro que no funciona?
Se me ocurrió decirlo: Pues, lo vende como repuestos, eso lo compran.
Ayudante: Listo, hágale, me lo llevo.
Conductor del camión: Bueno, el trasteo le queda en 90.000

Saqué con una sonrisa la plata, le pagué al conductor del camión y me quedé con el orgullo de ganarle la negociada. Sí, dos televisores por 20.000 pesos es un regalo, pero la verdad del caso, es que no tenía los 110.000 del trasteo. Si no lograba venderles los televisores se los entregaba como pago, que da lo mismo, pero logré venderlos y el ayudante quedó, hasta donde vi, contento.

En definitiva, me quedé en mi nueva casa para arreglar mis corotos, con orgullo y el cuerpo intacto. ¿Se imaginan que el conductor del camión fuera un animal de esos que abundan en esta ciudad? El negociante ¡soy yo!

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